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Los sabores principales del vino

En la mayoría de vinos suelen predominar los sabores ácido y amargo, a excepción de los vinos dulces. De todas formas y con un poco de atención y experiencia, es posible diferenciar entre los cuatro ejemplos de sabores.

La importancia de los sabores en la cata del vino

Es fundamental tener presente que la percepción de los sabores del vino se realiza a través del sentido del gusto. La boca detecta cuatro sabores básicos: ácido, amargo, salado y dulce. El sabor ácido, como el que proporcionan los cítricos o los yogures, se siente en los laterales de la lengua; el gusto amargo, como el del café o el cacao, se aprecia en la zona más profunda e interior de la lengua; el sabor salado se puede distinguir en el área central de la lengua, mientras que el gusto dulce llega directamente a la punta.

Los sabores esenciales del vino

En la mayoría de vinos suelen predominar los sabores ácido y amargo, a excepción de los vinos dulces. De todas formas y con un poco de atención y experiencia, es posible diferenciar entre los cuatro ejemplos de sabores. Durante el proceso de cata, la parte más interesante y esperada es la degustación, donde será posible percibir todos los sabores que predominan en el líquido a través de las papilas gustativas, las cuales son más sensibles en determinadas zonas de la lengua.

El sabor dulce

Si al saborear el vino se desprende un gusto dulce, probablemente venga acompañado de un efecto instantáneo de suavidad, ocasionado principalmente por los azúcares que contiene el caldo. El gusto dulce de los vinos viene determinado por diversas sustancias, que básicamente son los azúcares originarios de la uva, los plialcoholes derivados de la uva y los alcoholes procedentes de la fermentación.

El sabor salado

De todos los sabores del vino el gusto salado es el más difícil de encontrar. Normalmente este tipo de gusto suele estar presente en los vinos con influencias marítimas, siendo necesario más tiempo para detectar su sabor, aunque resulta más persistente que el dulce. La presencia del gusto salado en el vino es considerada como un símbolo de elegancia y suele proceder del tartrato cálcico y del bitartráto potásico, así como de los minerales como los sulfatos o cloruros. El sabor salado se adquiere por el suelo del viñedo.

El sabor amargo

Al saborear el vino, el gusto amargo resulta también uno de los más complicados de detectar, aunque uno de los más duraderos. Se podría definir como un sabor lineal y estable. Los polifenoles son los encargados de transmitir el sabor amargo en los vinos, sobre todo en los tintos. Este tipo de sustancias son imprescindibles para el desarrollo del vino y para definir su aspereza.

El sabor ácido

Uno de los sabores esenciales del vino es el ácido, ya que su presencia puede determinar la verdadera calidad de un caldo sin importar su color. Si existe una ausencia de acidez, se suele definir a un vino como muerto o apagado. El origen del gusto ácido en el vino proviene de la fermentación y de la propia uva, es decir, del carácter meteorológico del cultivo. El sabor ácido viene dado por el potasio y el tartrato de hidrógeno, presentes en el zumo de la uva.